Tensión cambiaria y estrategia electoral

Caputo y Milei salieron a calmar los mercados tras una semana marcada por la suba del dólar, el desarme de las Leliq y un clima de mini corrida. Los economistas advierten: “Vamos a estar en ascuas hasta las elecciones”.

Actualidad01 de agosto de 2025
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La suba del dólar encendió todas las alarmas en la economía argentina. Con el tipo de cambio rozando el techo informal fijado por el propio ministro de Economía, Luis Caputo —en torno a los $1.400— y con el Fondo Monetario Internacional confirmando un nuevo desembolso tras una negociación silenciosa, el Gobierno recurrió a una combinación de medidas para frenar la desconfianza: suba de encajes bancarios y nuevo respaldo externo.

La corrida fue real, aunque la disimularon. Ayer tuvo un fuerte olor a corrida”, señaló el economista cordobés Jorge Ingramo a LA BRÚJULA . La combinación de una serie de errores de política económica —entre ellos, un desarme desordenado de las LEFI y exceso de liquidez— se agravó con el rechazo de los bancos a canjear sus títulos por las nuevas LECAP. El resultado: más pesos flotando y presión sobre el dólar.

El panorama hacia adelante no es alentador. Solo en agosto vencen $35 billones en títulos públicos, y de acá a las elecciones, el monto trepa a $76 billones. Las tasas de las nuevas LECAP superan ampliamente a la inflación: 65,3% para mediados de agosto y 51,2% para la última antes de los comicios. “Esto es recesivo y además genera un pasaje inevitable a precios”, advirtió Ingramo.

Además, el supuesto superávit financiero del Tesoro, del 0,4% del PBI, queda cuestionado si se consideran los intereses acumulados no computados de las LEFI. “El mercado lo sabe, los economistas lo sabemos”, remarcó.

Caputo, que había prometido que si el dólar se acercaba a los $1.400 era porque “algo se hizo mal”, ahora asegura que el mercado sigue su ritmo. Pero los analistas insisten en que la libre flotación sin control monetario es inviable en una economía bimonetaria como la argentina.

Sobre el acuerdo con el FMI, Ingramo explicó: “El Fondo nos presta para que le paguemos. No es dinero para la economía real. En 2026 vencen los años de gracia y el año que viene ya tenemos que pagar capital por 20.000 millones de dólares”.

¿Qué hacer entonces? Para los ciudadanos de a pie, la receta es dura: “Apretar los dientes”, aconseja Ingramo. El desafío es doble: atravesar estos tres meses sin desbordes y luego recalibrar un modelo económico que, sin generación genuina de divisas, no parece sostenible.

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